En 1921 se publicó “Le Dispensaire Marin” bajo la dirección del Doctor Jean Jarricot, una obra sólida sobre el uso del Plasma de Quinton en pediatría. También demostró su gran eficacia como tratamiento en otras enfermedades como la dermatosis, la gastritis, gastroenteritis crónicas, etc.
Fueron muchos los hijos que pasaron a ser padres y después abuelos que dan las gracias a René Quinton, sus nietos y bisnietos aún estarán pensando cómo una situación tan compleja, como una enfermedad que deshacía esperanzas, se pudo resolver de forma tan sencilla, yendo al origen de la vida.
Eficacia preventiva y terapéutica del Plasma de Quinton
El plasma marino actúa como un todo. Es capaz de aprovechar la sinergia de todos los minerales para catalizar el metabolismo, y conducir al organismo a un estado de equilibrio mineral.
En todos los procesos patológicos existen siempre alteraciones en la regulación, en la substancia fundamental y en el líquido extracelular que les conecta.
El Plasma de Quinton es eficaz a nivel preventivo y de tratamiento terapéutico en base a 3 premisas básicas:
Acción reequilibradora catalítico-enzimática y funcional de los nutrimentos.
La actividad citoplasmática del plasma marino. Los oligoelementos afectan a los ciclos metabólicos de diferentes formas: modificando estructuras, producción de anticuerpos, secreciones hormonales, entre otras.
Acción mecánica y plástica del plasma marino que garantiza una reposición y recarga hidroelectrolítica.
El plasma de Quinton actúa como agente rehidratante instantáneo. Gracias a los mecanismos de presión osmótica y la regulación renal, se asegura el balance hídrico del organismo. Como dijo Jarricot, “todo sucede como si con las inyecciones de agua de mar la capacidad de los tejidos para retener agua fuera restablecida”.
La regeneración celular.
El plasma marino promueve la regeneración del medio interno y el equilibrio mineral. La regeneración de las células gracias al Plasma de Quinton sucede en el núcleo. Es aquí donde se darán cambios en el micro entorno de las secuencias del ADN.
La mayoría de personas enfermas mantienen o desarrollan un desequilibrio electrolítico.